La diosa fortuna parecía conjurarse contra el color inmaculado cuando el azar vistió de blanco a los tiritos de altura mas contenida i reservó el negro para los colosos. Pero un nombre lo cambió todo. Julio. Una de las mas recientes incorporaciones al grupo se enfundó el traje de genio i llevó en volandas a su equipo cual Orco al mando de un ejercito de Hobbits. Fascinó a todos con un amplio repertorio de tiros exteriores i un apabullante despliegue de movimientos de pies bajo el aro mezcla de las mejores actuaciones del gran David Robinson i la elegancia de Fred Asteur. Ganchos, reversos, rebotes, tapones… lo que vendria siendo un festival para los ojos del espectador. Ello animó al equipo de pigmeos formado por La Perla, El Cosi, La Quantis, Griton James, La Dictadora, el Iusticiero, i Herme que le arroparon rayando a gran altura tanto en defensa como también en rebote (donde destaco especialmente la labor de Enric) como en anotación (donde Artur marcó la diferencia mostrando una muñeca muy fina, prácticamente infalible). Pero la mejor jugada, con polémica incluida se la llevó Maria con una entrada a canasta en la misma cara del techo de los tiritos, Pau. Desde el banquillo negro, i el propio jugador, reclamaron falta en ataque, un detalle técnico que en ningún caso puede poner macula a la belleza de la acción.
Los tiritos negros echaron mano de su supremacía física para capear el vendaval y por momentos pareció que en su mano estaba el darle la vuelta al marcador, pero a pesar del martilleo constante bajo los aros de hombres tan dominantes como El Abogado, Jimix o Triplex, o las carreras electricas de la pareja Sergi-Pepe y los aciertos de Ines y lidia en la media distancia, les faltó un director de juego que armonizara tal cantidad de talento.
Amigos, cuando hoy miren al cielo, presten especial atención porque hay una nueva estrella en el firmamento y brilla con luz propia. Se llama Julio.
Si señor. Épico.
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